jueves, 11 de febrero de 2016

Un buen postre


 


                                                                   


Cuando salgo a comer, suelo prescindir del postre porque la mayoría de las veces no hay nada en la carta que me merece la pena. Soy de la opinión que si como algo que me va a aportar una cantidad extra de calorías, al menos que esté buenísimo. No me entusiasma  un arroz con leche o un flan de huevo con nata como final de una comida o cena.  No quiere decir que no estén ricos, pues me lo comería con mucho gusto junto con una pieza de fruta a la hora de merendar, pero de postre no me seducen.


Puede ser que antes, cuando la gente trabajaba jornadas de 12 horas en el campo, estos postres proporcionaban la energía y las calorías necesarias para aguantar el ritmo. Hoy en día y por lo general, el trabajo nos exige mucho menos esfuerzo físico pero en muchos restaurantes los postres siguen siendo los de toda la vida, los de siempre y nada sorprendentes.  Quizá es eso lo que espero encontrar, el factor sorpresa. Como el otro día que salimos a comer. Además de los postres de siempre, ofrecían un pequeño pastel de lima!  No era el mejor pastel de lima que había probado pero…me tentó la curiosidad, el emplatado era correcto y el sabor no estaba mal.  Me gustó . No pido un postre de la alta cocina para finalizar un menú del día , no es eso.  Pero si algo diferente,  algo que te despierta la curiosidad. Podrían ser sabores diferentes y podrían ser los sabores de siempre pero en un formato distinto: un milhojas de arroz con leche por ejemplo…una crema de leche suave, aromatizado con limón entre finas y crujientes galletas de arroz con canela..o helado de arroz con leche! ¡ O flan en forma de chupa chups! Pequeñas esféricas de flan bañado en  caramelo de frutos rojos y sujetas por un palito de galleta! O semi esferas de natillas densas y cremosas sobre un fondo de galleta Maria y recubiertas de un caramelo con sabor a canela!  Mismo sabor, menos cantidad y más diversión en el plato.


Un buen postre debe de ser tan apetecible que no te quieras quedar sin él!
Aunque te hayas comido unos cuantos platos antes…no te vas a perder el último!  Por eso, el postre tiene que estar en equilibrio con el resto de los platos que componen el menú.  Te tiene que seducir para disfrutar de él y no ingerirlo porque si, por el  llamado “efecto postre”. El efecto postre es una creencia de que si no probamos algo dulce, la comida no ha concluido. Dicho efecto muchas veces induce a comer un postre sin tener ni ganas.  Puede ser que tenga sus orígenes en nuestra infancia cuando nos “sobornaban” nuestras madres con el “si comes la verdura, te doy un postre” pero también puede que sea el propio cuerpo que nos pida algo dulce después de comer.

 
Dicen que la función del postre es la de limpiar la boca de los sabores de los otros platos ingeridos e impulsar el estómago a iniciar la digestión de los alimentos.  Es decir, que al comer un postre le damos un empujoncito al estómago para hacer bien su trabajo. El azúcar proporciona energía y eso es justo lo que necesita el cuerpo para hacer la digestión.  ¿Será por eso que muchas veces sentimos la necesidad de tomar algo dulce después de comer. A veces renunciamos al postre por miedo a engordar pero conociendo ese detalle, a lo mejor nos ayuda a disfrutar de algo dulce sin sentirnos culpables después. Resulta que es nuestro propio cuerpo el que nos lo estaba pidiendo.  Y si no, los postres que no se comen sino se inhalan pueden ser la dulce salvación. 


                                                
                                                        
Una empresa estadounidense ha creado un inhalador que simula el olor y sabor de distintos  postres. Hay 30 sabores diferentes entre los que se encuentran por ejemplo el pastel de manzana y fresas con chocolate. En lugar de degustarlo mediante el paladar, masticarlo, saborearlo  y posteriormente tragarlo, el postre entraría en nuestro cuerpo a través de la respiración.


La idea del postre inhalador es hacer creer al cerebro que hemos disfrutado de algo delicioso que en realidad solamente hemos inhalado. Sería divertido probar a ver que se siente inhalando el postre y averiguar si nos deja igual de satisfechos como cuando comemos un postre real.  Seguro que para muchas personas sería algo muy bueno poder disfrutar de un dulce de esta manera sin tener que preocuparse por su salud o por su dieta. Aun así, creo que para los postres reales siempre habrá un gran público. Los que estén hechos con pasión y con mucha dedicación por parte de los reposteros y pasteleros.


Que cuando te lo traen a la mesa, te hace feliz con tan sólo contemplarlo, te hace volver a sentirte niño/a por un instante y cree expectación…¿Sabrá igual de bien que pinta?
Está claro que el postre tiene mucha importancia, es la culminación de cualquier comida o cena por muy sencilla o suculenta que esta sea. Es el último de una serie de platos y si todos los anteriores nos han gustado, el postre no puede fallar. Y si los platos anteriores no nos han gustado tanto, el postre todavía puede hacer que rectifiquemos nuestra opinión y nos levantemos de la mesa con un buen recuerdo.
Como aquel postre que comí en Brasil; un mousse de maracuyá..cremoso, dulce pero no demasiado, lo justo para potenciar el delicioso sabor de la maracuyá, refrescante y excitante ¡Absolutamente maravilloso! Aunque no me acuerdo de los otros platos que tomé, sin duda volvería a comer en el mismo  sitio simplemente por los recuerdos a aquel fantástico mousse. ¡Lo que hace un buen postre!


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