El recuerdo de mi primer postre que, aunque no sé si fue el originario, sí
fue el primero que arraigó en mi palacio de la memoria como si fuera un
recuerdo elemental, me ronda estos días por la cabeza.
Me hace pensar que en esta edad de oro de la gastronomía española en la
que todo está en constante cambio, se ve influida por modas y tendencias, y la
repostería no iba a ser menos. Nos satisfacen la parte más golosa de nuestra
gula con postres que se reparten entre el gusto y la vista. Entonces, ¿Qué pasa
con esos postres de la infancia que no han sido capaces de pasar el tamiz?
Recuerdo con verdadera nostalgia como en mi casa, en un pequeño pueblo
de Zamora, cuando era pequeño hacía con mi madre lo que para mí era la mejor
golosina.
En mi memoria permanecen hasta hoy
los mantecados que
normalmente se hacían después de las matanzas ya que entre los ingredientes
había una cantidad considerable de manteca de cerdo. También por esa época era
muy común el bollo de chicharro (o
chicharrones).
Las flores de carnaval aunque
aún siguen siendo un clásico vivo las sentía con una magia especial porque se
hacen con un hierro en forma de flor y el proceso de elaboración me resultaba hipnotizante.
Pero el premio gordo, el postre predilecto, era para un flan muy
peculiar, el flan de calostros. En
los pueblos era común consumir la primera leche de la vaca tras el parto, esa
leche llamada calostro tiene la peculiaridad, además de ser bueno para el
sistema inmunológico, de ser rico en proteínas, minerales, sodio, potasio,
vitaminas A y E, y carotenoides, con una
escasa proporción de carbohidratos, grasa y lactosa.
Ahora volviendo al origen de mi pensamiento, veo como los mantecados y
las flores de carnaval siguen aguantando el tirón como unos clásicos de peso,
el bollo de chicharro apagándose y completamente ha desaparecido (si alguna vez
existió) ese flan de calostros.
La reinvención constante de nuestros dulces y postres es obligada, nos
aburre el formato, cambian nuestros gustos y nuestra alimentación (cada día más
cuidada). Ya no prima solo el sabor ahora los dulces se exponen en escaparates
y necesitan llamar la atención de una sociedad que vive con prisa. Venden los
postres llamativos, llenos de colores, o en su defecto con un cambio de
formato. Lo cierto es que nos aburre lo tradicional pero nos cuesta
desprendernos de ello porque es ahí
donde reside el origen del sabor.
"Todo termina a fin de que todo vuelva a empezar; todo muere a fin de que todo reviva." (J.H.C. Fabre)Por David Tejedor Valle.
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